Por: La Huella. Info, fotos y video portal Mongabay Latam

¿Cómo lograr sostener a una familia en una zona donde el Estado ha brillado por su ausencia durante décadas? ¿Cómo obtener los recursos para pagar una educación una salud, vestuario y alimentos cuando las condiciones geográficas y climáticas en apariencia todo lo complican?

Son interrogantes que los habitantes del corregimiento de Tarapacá, en el Amazonas colombiano se han hecho durante bastante tiempo, hasta que la necesidad movilizó la inventiva, gracias a esfuerzos centrales de poquísimas entidades, que como el Instituto Sinchi —en 2009— hizo caer en la cuenta de la enorme riqueza y potencial de la selva colombiana con la producción de sus mismos frutos, como el copoazú, y el Camu Camu.

Esta fruta, el Camu Camu es un alimento rico en vitamina C (más que la naranja y el limón), y es el epicentro del proyecto para proteger a la selva y a la vez generar los recursos suficientes que permitan sostener a las familias.

Nace de un arbusto ramificado que puede crecer hasta los ocho metros de altura y se da en los bordes de ríos, lagos, y planicies inundadas de ríos de aguas blancas —conocidas como várzeas— y también en los Igapós, que son los bosques anegados por ríos de aguas negras. En Colombia crece principalmente en los departamentos de Amazonas, Caquetá, Putumayo y por el río Tabu, en el departamento de Vaupés, donde también lo conocen como Minuake (Guanano).

Es un fruto único, al igual que su cosecha que se da una vez al año, entre diciembre y febrero, pero por el cambio climático se ha corrido hasta marzo y abril.

Sembrar con sostenibilidad

El grupo de mujeres indígenas, y también colonas, lideran la iniciativa y “han sido pioneras en demostrar que es posible aprovechar recursos forestales no maderables en zonas de reserva forestal”.

Camu Camu: del Amazonas para el mundo

Fruto del Camu Camu en el Amazonas.

Es más, ellas, cuando crearon hace la Asociación de Mujeres Comunitarias de Tarapacá, en 1994, empezaron con lo tradicional: rifas y venta de sancocho y empanadas para comprar un lote donde construir el colegio de la zona, con el apoyo de la Gobernación. Pero nunca dejaron de comunicarse con la Madre Naturaleza y sabían que era necesario producir en forma sostenible.

La Payé insiste en que los padres y abuelos enseñaron las costumbres y las han pasado a hijos, nietos y así sucesivamente. Por eso de la selva se vive, se sustenta, se obtiene la alimentación y la vida. En forma sostenible

La Payé recuerda que los indígenas amazónicos se criaron en el bosque y desde que crecieron, sus padres y abuelos les enseñaron a conservar la naturaleza con esta costumbre: si se tumba monte para hacer una chagra, sembrar frutales o maderables, luego se reforesta.